La seda es, sin duda, un material lujoso y hermoso, utilizado por las clases más adineradas. Con el paso de los años, su uso para fundas de almohada, antifaces, pijamas y bufandas se ha extendido en diversas partes del mundo.
A pesar de su popularidad, sólo unas pocas personas entienden de dónde provienen las telas de seda.
La seda se desarrolló inicialmente en la antigua China. Sin embargo, las muestras de seda más antiguas que se conservan se encuentran en la presencia misma de fibroína, una proteína de la seda, en muestras de suelo de dos tumbas del yacimiento neolítico de Jiahu, Henan, que datan del año 85000.
Durante la época de la Odisea, 19.233, Odiseo, tratando de ocultar su identidad, le preguntó a su esposa Penélope sobre la ropa de su marido; ella mencionó que llevaba una camisa que brillaba como la piel de una cebolla seca en referencia a la calidad lustrosa de la tela de seda.
El Imperio Romano valoraba muchísimo la seda. Por eso comerciaban con la seda más preciada, la seda china.
La seda es una fibra proteica pura; su principal componente es la fibroína. Las larvas de ciertos insectos producen fibroína para formar capullos. Por ejemplo, la seda de mayor calidad se obtiene de los capullos de las larvas del gusano de seda de morera, criado mediante sericultura (cría en cautividad).
La cría de pupas de gusanos de seda dio lugar a la producción comercial de seda. Generalmente, se crían para producir un hilo de seda blanco, sin minerales en la superficie. Actualmente, la seda se produce en grandes cantidades para diversos fines.
Hora de publicación: 22 de septiembre de 2021